Santo
Amaro de la Barra Grande tuvo su apogeo en el siglo XVIII,
a causa de la explotación del oro, de los avances de la
Capitanía de São Paulo y, por fin, de la instabilidad
de la frontera en la región platina. Su configuración
actual, de diseño irregular, desparramándose a lo
largo del perfil natural del terreno, obedece al proyecto de reforma
emprendido en 1714 por el ingeniero militar João Massé,
a servicio de la Corona Portuguesa.
El
brigadier portugués José da Silva Paes dio continuidad
al proyecto de Massé, transformando, en 1742, la casa de
la pólvora en capilla dedicada al patrón Santo Amaro.
En la cima del cabo rocoso, se construyó un nuevo polvorín
con gruesas paredes dobles para mantener la temperatura y la humedad
de la pólvora en condiciones ideales. Este ingeniero también
proyectó el fuerte auxiliar, Fuerte de Crasto o de la Estacada,
situado en área fronteriza, ocupada actualmente por el
Museo de Pesca de Santos.